Alquimia
- Brenda Figueroa
- 28 oct 2024
- 1 Min. de lectura
La transformación del cobre en oro,
la transmutación de lo impuro a lo noble,
los enredados conceptos químicos y filosóficos
de una época que no fue mía.
Del comienzo de la historia.
Yo vine al mundo con cuando esa historia
ya estaba por la mitad,
escrita,
narrada,
y hasta navegando en la internet.
Soy materia de lo acelerado,
donde casi casi no hay tiempo para los sueños,
y dónde seguir el sentir es de desobedientes.
Soy cuerpo de lo perfectamente imperfecto,
donde los ojos son tu valiosa fortuna
pero aún más valiosa fortuna la de como te ven
todos esos ojos que habitan el vacío del ser.
Pero también soy arte,
criatura de barro moldeada al tamaño de lo vivo,
corazón tallado a gran escala
como el tamaño de una casa que te invita a habitarla,
y en cada rincón conserva lugar a palabras como
“especial”, “latir”, “amar”.
Pero también soy fuego,
que pudiendo quemar, abriga,
que en lugar de destruir, elige fundir para crear,
que se convierte en luz de velas o fogatas,
y cuerpo a cuerpo le da pelea a la oscuridad.
Pero también soy oro, y fui cobre,
y seré alquimia constante
de todo aquello inefable y de todo lo descriptible,
en el desafío errante de no volverme a apagar.
Saturnus.
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