Corazones que deliran
- Brenda Figueroa
- 3 sept 2022
- 1 Min. de lectura

¿Alguien se dio cuenta
que nuestros días van pasando
y el Titanic se nos hunde?
Que si piensa distinto está mal
y si piensa igual, algún error debe tener.
La grieta,
la separación,
la ruptura,
el desprecio,
destilado por ahí,
como si absolutamente nadie
fuera en nada responsable.
Porque “yo solo decía”,
porque “la libertad de expresión”,
porque “si lo hiciste público por algo es”
y bla bla bla…
pero al final no se trata de odio,
¿no?.
No se trata de odio
pero desde el auto
le gritaste a esas “tortas asquerosas”
que paseaban tranquilas:
“ojalá se mueran”.
No se trata de odio
pero no te gustó su canal de tik tok
y usaste todo el abecedario en insultos
para que se borrara.
No se trata de odio
pero “aquel es un negro inútil”
o “son todos unos vagos que no sirven para nada”.
No se trata de odio,
pero nos desayunamos debates en la radio
con micrófono libre a cualquier barbaridad,
con una impunidad pocas veces comparable.
No se trata de odio,
ni los insultos en Facebook
al que piensa diferente,
ni los memes de twitter
sobre la golpiza a una mujer,
ni las notas que en la tele dicen
(y entre tantas cosas que dicen),
que tal o cual, se merece un balazo en la nuca.
Si no se trata de odio,
Entonces, se trata de nosotros.
De vos,
de mí,
de aquel,
de aquella,
del lenguaje,
de la historia,
de lo que no cambia,
de lo que cambió.
Y mientras tanto, la palabra,
como aquella orquesta del barco,
que sigue ahí,
dándonos el poder a los poetas,
de repetir y repetir y repetir
el mismo repertorio
de corazones que deliran
con un día despertar a una vida,
en la que el respeto sea
nuestro mayor tesoro.
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