Enfermedad terminal…

Quizás se trata de una sustancia química

que de la nada se dispara en mi sistema neurológico,

bueno, es que en realidad,

ni carajo de idea como funciona.

Pero sé cuando se acerca,

sé reconocer los instantes antes de la explosión,

justo cuando se tensan las manos,

el aire no pasa de la garganta,

la transpiración corre helada,

y el cuerpo entero se vuelve terremoto.

Es casi como,

si el tiempo y el espacio dejaran de existir,

es casi como,

si a la mariposa más hermosa

le cortaran las alas con una tijera.

Es casi como,

si en un dos por tres

se desatara la tormenta más ruidosa.

Es casi como,

si un segundo tras otro

esas manos me soltaran repetidamente,

como la canción que está sonando

y que hace desatar el mar de lágrimas

que tanto estaba costando sacar.

Es casi como,

una enfermedad terminal,

una enfermedad que afecta a lo metafísico,

y que se va comiendo de a poco

órganos como la sensibilidad,

la esperanza,

los sueños,

las ganas de arriesgarse a querer,

las ganas de arriesgarse a sentir.

Porque llegas a ese punto,

a querer olvidar que sentís,

que estas vivo,

y dejás de vivir…

Y cuando dejas de hacerlo,

intentás pedir ayuda,

pero claro, físicamente estás viva,

entonces, ¿ayuda para qué?,

y terminas en un doctor

que dice que las pastillas te van a sanar de ese mal

que vos sabes,

realmente no es del cuerpo,

y tomarlas te hace dormir,

o en algunos casos, alucinar…

Quizás es porque al no ser una enfermedad del cuerpo

debemos buscar la solución en sueños

o en eso que sobrios no percibimos…

No lo sé…

A mi fin no le dieron fecha todavía,

así que supongo que estaré mirando el cielo,

tachando las nubes que pasan,

cada una menos,

parece dibujarse otra más…

Saturnus.